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Monday, November 18, 2019

Crecimiento económico sostenible: nuestro gran reto civilizatorio

Por: Manuela Gómez Valencia (mgomezv7@eafit.edu.co)
Observatorio en Comercio Inversión y Desarrollo

El fin de la Segunda Guerra Mundial, representó un hito fundamental en la creación de un nuevo sistema económico internacional (Brundtland, 1987: 11), en el que el crecimiento económico comenzó a asimilarse con la variación del Producto Interno Bruto (PIB), medición introducida para señalar la variación porcentual del valor monetario de los bienes y servicios finales producidos por un país dentro de sus fronteras en un período de tiempo determinado (Callen, 2008).

El rápido crecimiento industrial que desató la economía de la posguerra ocurrió en gran medida en las industrias con mayor dependencia de los recursos de la naturaleza (Brundtland, 1987:19), por lo que la degradación medioambiental, considerada como un problema que atañía principalmente a las naciones ricas, se convirtió en una cuestión de supervivencia para las naciones en desarrollo (Brundtland, 1987:12).

La conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, celebrada en Estocolmo en 1972, sentó un primer presente en la visibilización de las preocupaciones por el medio ambiente dentro del escenario internacional, al atender la necesidad de un criterio y de unos principios comunes para ofrecer a los pueblos del mundo inspiración y guía en la preservación y mejora del medio humano (ONU, 1972:3). Esta conferencia “logró reunir a las naciones industrializadas y en desarrollo para que elaboraran los derechos que tiene la familia humana de contar con un medio ambiente sano y productivo” (Brundtland, 1987:12).

Los temas abordados en Estocolmo dieron lugar a posteriores foros internacionales sobre los derechos de las personas a disponer de alimentos adecuados, a tener un alojamiento seguro, a beber agua potable e incluso a acceder a los medios que les permitieran escoger el tamaño de sus familias (Brundtland, 1987:12). No obstante, en algunos círculos políticos el medio ambiente siguió entendiéndose como una esfera separada de las acciones, necesidades y ambiciones humanas (Brundtland, 1987:12), así como el desarrollo continuó señalándose como “lo que las naciones pobres deberían hacer para convertirse en más ricas" (Brundtland, 1987:12).

Una visión profunda sobre la interdependencia entre el crecimiento económico, el medio ambiente y el desarrollo, se esbozó por primera vez en el informe presentado por la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo ante la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1987: “el medio ambiente es donde vivimos todos, y el desarrollo es lo que todos hacemos al tratar de mejorar nuestra suerte en el entorno en que vivimos. Ambas cosas son inseparables. Además, las cuestiones de desarrollo han de ser consideradas como decisivas por los dirigentes políticos que perciben que sus países han alcanzado un nivel hacia el cual otras naciones han de tender” (Brundtland, 1987:12)”.

Este informe denominado “Nuestro futuro común” y presidido por la primer ministra noruega Gro Harlem Brundtland, transmitió un mensaje de urgencia para llamar a los gobiernos, al sector privado y a la sociedad civil a tomar acción frente a los altos costos ambientales asociados a lo que ella denominó “el sistema económico internacional de las posguerra” (Brundtland, 1987:11), poniendo en el centro de la discusión la necesidad de administrar los recursos del medio ambiente de modo que se asegure un progreso sostenible (Brundtland, 1987:16).

Esta comprensión integral del desarrollo se concretó con la introducción del concepto de “desarrollo sostenible”, definido como aquel que “asegura que se satisfagan las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias” (Brundtland, 1987:23), considerando así tanto las limitaciones del desarrollo dadas por las formas de organización social, el estado de la tecnología y la capacidad de la biósfera de absorber los efectos de las actividades humanas, como la posibilidad de que la tecnología y la organización social sean mejoradas para abrir camino a una nueva era de crecimiento económico (Brundtland, 1987:23).

El llamado de Brundtland a generar un pacto mundial para propender por un desarrollo duradero, se tradujo en las décadas posteriores en un amplio conjunto de acuerdos y tratados multilaterales que culminaron en 2015 con la adopción de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y sus 169 metas conexas por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas. El carácter innovador de dichos objetivos proyectados al año 2030, residió en gran medida en que surgieron bajo un esquema de integralidad como resultado de la interlocución horizontal entre los gobiernos, el sector privado, la academia y la sociedad civil a nivel global, reconociendo las necesidades interdependientes en temas sociales, económicos y ambientales y haciendo un llamado a la acción en favor de las personas, el planeta y la prosperidad (PNUD, 2018: 8).

Desde su aprobación, los ODS han servido como una potente herramienta de planificación para los países, tanto a nivel nacional como local, gracias a que su cumplimiento plantea la necesidad de definir políticas públicas intersectoriales, multinivel y con una visión de largo plazo, pensadas de forma diferencial, basadas en datos desagregados y adecuadas a los contextos de países plurales y diversos (PNUD 2018: 9).

En concordancia con lo anterior, existe un consenso general sobre la necesidad de tratar la Agenda 2030 como un “todo indivisible” (ICSU, 2017: 20), asumiendo que las interacciones entre objetivos y metas son en su mayor parte de apoyo mutuo (para avanzar en un área, también se debe avanzar en otras) (ICSU, 2017: 20). Sin embargo, en los últimos años, tanto la comunidad académica como los formuladores de políticas han destacado que puede haber conflictos y compensaciones entre objetivos (ICSU, 2017: 20).

En el caso del ODS 8 (Crecimiento económico y trabajo decente) y del ODS 15 (Vida de ecosistemas terrestres), el conflicto más evidente se encuentra en la pretensión de continuar creciendo sin considerar los límites del “medio ambiente” entendido en su sentido más amplio. En palabras de Paula Caballero (2019), la dificultad reside en que sigue predominando la fe de que el crecimiento económico puede desconectarse de la degradación ambiental y del agotamiento de los recursos, por lo que no se hace hincapié en la regulación sino en la innovación y en las transferencias tecnológicas…innovaciones técnicas que supuestamente permitirán el crecimiento indefinido del consumo y por ende, de la producción.

A pesar de esta correlación explícita entre el deterioro de la biodiversidad y la actividad económica, las condiciones de vida del 10% de los seres humanos que aún viven bajo el umbral de la extrema pobreza (Banco Mundial, 2018), hacen urgente la potencialización de soluciones integradas que promuevan tanto el crecimiento económico inclusivo como la conservación de la vida terrestre.

En el caso colombiano, este desafío cobra vital importancia dada la evidencia de una disminución promedio del 18% de la biodiversidad del país (IAvH, 2017), así como la prevalencia de una alta tasa de informalidad laboral que se estimó en 48% para el año 2018 (DNP, 2018): ¿Cómo impulsar entonces interacciones positivas entre el ODS 8 (Crecimiento económico y trabajo decente) y el ODS 15 (Vida de ecosistemas terrestres) en Colombia?

Nos unimos a la voz de esperanza que la ministra noruega Gro Harlem Brundtland transmitió al mundo en 1987 cuando afirmó: “Dado que las respuestas a estas preocupaciones graves y fundamentales no están a nuestro alcance, no nos queda otra alternativa sino seguir tratando de encontrarlas” (Brundtland, 1987:10), así como a la convicción de Paula Caballero, quien a principios de 2019 declaró: “Los ODS tienen la promesa de una revolución. El grado en que se materialice depende de todos nosotros” (Caballero, 2019:3).



Bibliografía


Banco Mundial (2018). Según el Banco Mundial, la pobreza extrema a nivel mundial continúa disminuyendo, aunque a un ritmo más lento [Comunicado de prensa]. Recuperado de https://www.bancomundial.org/es/news/press-release/2018/09/19/decline-of-global-extreme-poverty-continues-but-has-slowed-world-bank

Brundtland, G.H & World Comission on Environment and Development. (1987). Our Common Future: Report of the World Comission on Environment and Development. Recuperado de http://www.ecominga.uqam.ca/PDF/BIBLIOGRAPHIE/GUIDE_LECTURE_1/CMMAD-Informe-Comision-Brundtland-sobre-Medio-Ambiente-Desarrollo.pdf

Caballero, Paula. (2019). The SDGs: Changing How Development is Understood. Recuperado de: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/epdf/10.1111/1758-5899.12629

Callen, Tim. (2008). ¿Qué es el producto interno bruto? Recuperado de https://bit.ly/2CVQnMC

Coyle, Diane. (2014). GDP: A Brief but Affectionate History. Recuperado de https://bit.ly/2CSJiMP

Departamento Nacional de Planeación [DNP]. (2018). Crecimiento económico y trabajo decente. Recuperado de https://www.ods.gov.co/es/objetivos/trabajo-decente-y-crecimiento-economico

Instituto Alexander von Humboldt [IAvH]. (2017). Biodiversidad colombiana: números para tener en cuenta. Recuperado de http://www.humboldt.org.co/es/boletines-y-comunicados/item/1087-biodiversidad-colombiana-numero-tener-en-cuenta

International Council for Science [ICSU]. (2017). A Guide to SDG Interactions: from Science to Implementation [D.J. Griggs, M. Nilsson, A. Stevance, D. McCollum (eds)]. Recuperado de https://council.science/cms/2017/05/SDGs-Guide-to-Interactions.pdf

ONU. (1972). Informe de la conferencia de las naciones unidas sobre el medio humano. Recuperado de https://www.dipublico.org/conferencias/mediohumano/A-CONF.48-14-REV.1.pdf

PNUD. (2018). ODS en Colombia: Los retos para 2030. Recuperado de https://www.undp.org/content/dam/colombia/docs/ODS/undp_co_PUBL_julio_ODS_en_Colombia_los_retos_para_2030_ONU.pdf


Wednesday, November 5, 2014

La regulación del sistema financiero como garantía del desarrollo

Por. Carolina Herrera Cano*
Analista del Observatorio en Comercio, Inversión y Desarrollo

Las grandes consecuencias de la crisis económica y financiera de 2008 y 2009 pusieron de manifiesto los peligros de un sistema financiero global, puesto que el rápido contagio de las economías más desarrolladas debilitó los indicadores económicos y los mercados en todo el mundo. Este proceso, conocido con la globalización financiera, generando una desconfianza generalizada hacia la existente arquitectura de las finanzas. Sin embargo, la posibilidad de limitar las transacciones comerciales y las relaciones económicas entre países tiende a ser cada vez menos contemplada; debido a los inminentes beneficios que un sistema financiero con estas características puede traer. Replantear los principios y no la manera en la que son aplicados puede convertirse en un peligro en contra del desarrollo de la sociedad.

Durante los últimos años, especialmente después de las reformas de liberalización económica tomadas durante la década de los ochenta, el sector financiero mundial ha sufrido un proceso de globalización. Este proceso busca promover movimientos de capitales que garanticen la distribución eficiente de los recursos, en una escala global. En este sentido, se dice que un sistema financiero con estas características tiende a ser más competitivo, transparente y eficiente que uno cerrado (Tovar García, 2012). Sin embargo, las consecuencias de este fenómeno han sido especialmente fuertes durante las crisis económicas; se dice que aquellos países con un sistema financiero mejor desarrollado tienden a ser afectados más adversamente que los países cuyo grado de integración al sistema financiero global es menor (Lartey & Farka, 2011).

Sin embargo, por otro lado, la literatura ha encontrado conexiones entre el desarrollo financiero y el crecimiento económico y el desarrollo social. Así, un mayor desarrollo financiero, entendido como el aumento en el volumen de servicios financieros tanto de instituciones financieras bancarias, como no bancarias y de las transacciones financieras de los mercados de capital, puede aumentar los niveles de crecimiento económico, debido a la facilitación de la inversión y a la mayor productividad en la distribución de capitales (Pradhan et al., 2013). De manera consecuente, estas dinámicas económicas contribuyen a la reducción de las desigualdades, la pobreza y la desnutrición (Culpeper, 2012); el crecimiento económico promueve la distribución del bienestar material (Pradhan et al., 2013).

Por esta razón, a pesar de las posibles consecuencias que tienen la globalización y el desarrollo financiero, obstaculizar los principios de comercio abierto y de un sistema financiero global, sería ignorar los inminentes beneficios que trae para el desarrollo la estabilidad del sistema económico y financiero (especialmente para los países en vías de desarrollo). El impacto de la globalización financiera sobre el desarrollo económico será positivo si los países promueven un sistema financiero desarrollado y bien regulado (Tovar García, 2012). Con la crisis económica, se ha demostrado la importancia de las instituciones de crédito y manejo del riesgo para el crecimiento económico y, sobre todo, de las instituciones reguladoras del funcionamiento del sector financiero (Gauri & Qureshi, 2013). En esta línea de pensamiento, se proponen estrategias que busquen regular las transacciones financieras, a favor del desarrollo, e integrar estas dinámicas de manera eficiente en los demás sectores de la economía, de manera que el sector financiero pueda responder a diferentes necesidades del desarrollo tales como planes de industrialización en los diferentes países (Culpeper, 2012).

Finalmente, es preciso para los países, especialmente, aquéllos en vías de desarrollo, promover relaciones financieras libres, incluyentes e igualmente, reguladas. El desarrollo financiero sigue siendo un principio para las economías de hoy; cambiar la manera en que se ha operado será el reto de los diferentes países que deseen obtener sus beneficios.

Referencias

  • Culpeper, R. (2012). Financial Sector Policy and Development in the Wake of the Global Crisis: the role of national development banks. Third World Quarterly,33(3), 383-403.
  • Gauri, F. N., & Qureshi, R. (2013). Financial Crisis and the Developing Countries. Transnational Corporations Review, 5(1), 4-11.
  • Lartey, E. K., & Farka, M. (2011). Financial development, crises and growth.Applied Economics Letters, 18(8), 711-714
  • Pradhan, R. P., Mukhopadhyay, B., Gunashekar, A., Samadhan, B., & Pandey, S. (2013). Financial development, social development, and economic growth: the causal nexus in Asia. DECISION, 40(1-2), 69-83.
  • Tovar García, E. D. (2012). Financial globalization and financial development in Latin America. Revista Cuadernos de Economía.

Friday, June 13, 2014

El Milagro Económico de Kenya

Artículo de Opinión por Juan Gonzalo Perez* (jperezg@eafit.edu.co)
* Estudiante de Negocios Internacionales, Universidad EAFIT, Medellín, Colombia


La Republica de Kenya está ubicada en el este de África entre Somalia y Tanzania, limita con el Océano Indico en el este y con los grandes lagos africanos en el oeste. Actualmente su población supera los 45 millones de habitantes, goza de una estabilidad política y social relativamente alta y en efecto tiene el mayor Producto Interno Bruto (PIB) de la región. Debido a su notable desempeño económico con base en la agricultura y la industria de los servicios, este país es considerado como un milagro de crecimiento económico en la región de África Subsahariana, gracias a políticas de aprovechamiento de los beneficios de Inversión Extranjera Directa (IED).

Según un informe presentado por la UNCTAD, el crecimiento real del PIB de este país fue de 4,9% en el 2013 y se espera que en el 2014 llegue a 5,7%; logrando superar el crecimiento de países como Sud África. Pero, ¿Cómo logro atraer y aprovechar los beneficios de la Inversión Extrajera Directa para alcanzar estos niveles de crecimiento económico?

Luego de superar una crisis política, una sequía y los efectos de la crisis financiera mundial en el 2008, Kenya aprovechó su riqueza en metales precios para atraer el interés de los inversionistas extranjeros pero con condiciones que le permitían fortalecer otros sectores mientras se recuperaba de la crisis.

La implementación de un nuevo marco de políticas para la inversión Extrajera Directa (IED) recomendado por la Conferencia de las Naciones Unidad para el Comercio y Desarrollo (UNCTAD), le permitió al país sacar mayor beneficio de la inversión, logrando de esta forma fortalecer: la manufactura de productos básicos y de insumos industriales para el mercado regional, las actividades en la agricultura, el desarrollo de los centros de servicios y la diversificación de las actividades en las zonas de procesamiento de exportaciones. Como resultado, estos sectores productivos han contribuido un mayor valor para la economía y el desarrollo de país.

Para lograr este cambio en el modelo económico fue necesario la implementación de medidas que permitieran la creación de una ley minera que mejorara la transparencia en los procesos de licenciamiento, el establecimiento de una política para el incremento de las regalías a las empresas en el sector minero energético, la creación de una agencia de promoción con expertos en temas de impuestos corporativos, y por último, una ley que mejorara la coordinación de las instituciones del gobierno. Con estas reformas el país logro implementar un programa de estímulo de inversión pública en agricultura, servicios, infraestructura, salud y educación.

Así pues, el cambio en el paradigma en la inversión, la implementación de un marco de políticas claras para el aprovechamiento de capitales, y la demanda internacional por metales preciosos fueron las claves para que este país del este africano lograra un crecimiento económico sostenible con un enfoque en el desarrollo social por medio de la diversificación de sus sectores productivos.







Thursday, February 20, 2014

Desarrollo de los países menos desarrollados basado en crecimiento incluyente, desarrollo sostenible y reducción de la pobreza

Artículo de opinión de: Marcela Marin Mira* mmarin@eafit.edu.co
Estudiante de Negocios Internacionales, Universidad EAFIT


En las últimas décadas se ha percibido un rápido crecimiento en el desarrollo económico, pero este factor deja de ser alentador cuando hablamos de los países menos desarrollados (LDCs –Less Developed Countries-, por sus siglas en inglés), pues en este caso el proceso se ha dado de forma moderada, sin que sea posible percibir grandes cambios en infraestructura, ingresos, tecnología, reducción de pobreza, entre muchos otros factores que han quedado relegados.

Los acontecimientos coyunturales en el panorama global, en especial aquellos vividos por los países con economías menos desarrolladas, desafían los gobiernos a buscar políticas que sean aplicables en diferentes sectores, pero que sean incluyentes entre sí. Por ejemplo, ubicar la población que pasa a ser laboralmente activa, cada año, en labores que sigan las políticas de productividad del país lo cual lo tiene como fin el logro de un crecimiento económico sostenible. Los países en desarrollo podrían tener como meta mejorar la distribución del ingreso dando fuerza al área rural.

Según la UNCTAD (2013), los LDCs, la falta de políticas incluyentes ha sido una de las causas principales para que el crecimiento económico no sea tan próspero como el de los países que cuentan con economías más tecnificadas, lo que les genera mayor dificultad la implementación de estrategias para disminuir los índices de pobreza, la brecha de la desigualdad social, la no adecuada remuneración en los empleos; volviendo así el trabajo desde la crisis económica y financiera del 2008, un punto de tensión político-social y a la vez un factor clave en los programas políticos para buscar el desarrollo.

Frente a este escenario la UNCTAD (2013) propone que un modelo de desarrollo sostenible para los LDCs, adaptable a cada país, debe tener en cuenta tres elementos principales como base, los cuales son incluyentes entre sí; estos elementos serían entonces: el aumento de inversión (en infraestructura, investigación y capacitación de las personas) para que se mejoren las condiciones de los empleos, que serían el segundo factor y se garantice así el crecimiento económico.

Es importante anotar que es el gobierno quien debe liderar el proceso comenzando con la aplicación de políticas que favorezcan el apalancamiento económico empresarial, la formalización de empresas y la cooperación (por medio de trabajo en equipo y clustering) buscando dinamizar la economía, para que el sector privado se vaya incluyendo paulatinamente en la lucha de estos países por conseguir un desarrollo sostenible. La inclusión del sector privado en esta labor se verá reflejada en la necesidad de innovación en los diferentes productos y servicios de las empresas, dada la necesidad de garantizar una rentabilidad y permanencia en el mercado. La educación también juega un papel central en este marco para poder crear un estrecho vínculo entre la academia y los negocios, donde las personas que se formen en las instituciones salgan con las habilidades de participar en el aumento de la capacidad productiva del país.

El reporte del 2013 que presenta la UNCTAD sobre los LDCs, donde se estudian cada uno de los puntos mencionados anteriormente a detalle, no pretende dar una única solución para estas economías, pues se reconoce en ellas grandes diferencias, tanto geográficas como estructurales, lo que hace evidente la necesidad de que cada país concentre sus esfuerzos en estudiar sus propias particularidades con el objetivo de decidir de forma individual la mejor manera de manejar sus políticas, sin que haya sólo una preocupación por la generación de empleo, sino también por una transformación interna que cuente con la debida modernización de los diferentes procesos de las actividades económicas, y genere mayor productividad para el país.

Referencias:


UNCTAD (2013) The Least Developed Economies Report 2013. Naciones Unidas: Ginebra, Suiza. Disponible en linea en: http://unctad.org/en/PublicationsLibrary/ldc2013_en.pdf