Wednesday, February 24, 2016

Los eventos deportivos a gran escala: una estrategia económica con perspectiva internacional

Por: Carolina Herrera-Cano
Analista del Observatorio en Comercio, Inversión y Desarrollo
Docente de cátedra de la Escuela de Administración de la Universidad EAFIT, Colombia

Durante los últimos años los eventos deportivos a gran escala han sido objeto de críticas debido a la dificultad de promover sus beneficios en el largo plazo y a las potenciales desventajas para la población civil y el medio ambiente. Sin embargo, las ganancias en términos de visibilidad internacional y dinamismo económico a los cuales pueden acceder los países anfitriones, son elementos a tener en cuenta para los gobiernos que quieren promover la fuerza económica del deporte como parte de sus agendas políticas.

El deporte, tanto el recreativo, como el competitivo, es una herramienta fundamental para la construcción de tejido social. Así lo afirma Maria Alejandra Gonzalez-Perez, Vicepresidenta de AIB, la Academia de Negocios Internacionales: “los lazos emocionales que se tejen alrededor del deporte promueven la cohesión social de las comunidades”. Adicionalmente, el profesor Luis-Fernando Vargas-Alzate, docente del Área de Relaciones Internacionales del departamento de Negocios Internacionales de la Universidad EAFIT, destaca el componente social del deporte y su relación con la vinculación de la sociedad con estilos de vida más saludables.

Sin embargo, a pesar de que las razones sociales para incentivar el deporte pueden claras, los beneficios económicos y, más exactamente, la conveniencia de la inversión pública en eventos deportivos de gran magnitud, no es siempre evidentes. Entre las críticas que este tipo de inversión despierta se incluyen: el cuantioso endeudamiento público, el desplazamiento intraurbano de la población, el aumento en los precios de la propiedad, la proliferación de problemas de movilidad, el deterioro medioambiental y, sobre todo, la destinación de recursos públicos a rubros diferentes a salud, vivienda o educación. Además, como afirma Maria Alejandra Gonzalez-Perez, estos certámenes pueden convertirse en “elefantes blancos” para la economía de los países debido a que las inversiones en infraestructura no responden muchas veces a las necesidades de la población local y su mantenimiento implica costos bastante altos, los cuales no son sostenibles.

No obstante, los altos índices de infraestructura, ingeniería, turismo y empleo alcanzados con los eventos deportivos a gran escala son difícilmente logrados a través de la inversión pública convencional. Además, de manera importante, los países pueden acceder a beneficios a nivel internacional. Para Maria-Alejandra Gonzalez-Perez, estos eventos “son una oportunidad grande para presentarse ante el mundo de manera visible y profunda”. Destaca la atracción de capital extranjero y el fortalecimiento de las marcas país que promueven las industrias locales y permiten el desarrollo de importantes sectores de la economía: las telecomunicaciones, el turismo y el transporte. Además, el desarrollo de capacidades en la población civil, no sólo en temas deportivos y logísticos, sino culturales y sociales.

Por su parte, el profesor Luis Fernando Vargas-Alzate afirma que la masificación de las disciplinas deportivas se convierte en una fuente importante de “poder blando”: “existe un efecto importante de recordación y generación de relaciones culturales”, afirma. En este sentido, y en especial para los países en desarrollo, es posible sacar provecho de esta visibilidad para aumentar su participación en las agendas políticas y económicas internacionales.

Al conocer los potenciales peligros de la inversión en eventos deportivos a gran escala, se destaca la importancia de que esta se realice en el marco del fortalecimiento de las instituciones y una correcta planeación gubernamental. Así habrá una efectiva utilización de los ingresos adicionales que recibe la economía y las ventajas derivadas podrán ser sostenibles en el largo plazo. Finalmente, es preciso que los gobiernos tengan las precauciones necesarias para que las instituciones internacionales que los desarrollan no solo beneficien sus intereses o los de particulares y, consecuentemente, la fuerza económica del deporte se manifieste en la población civil y la economía local.