Wednesday, February 10, 2016

Consideraciones sobre la cívica en el desarrollo

Artículo de opinión por: David Ricardo Murcia Sanchez
Analista del Observatorio en Comercio, Inversión y Desarrollo


En estas líneas quiero hacer una reflexión sobre el papel que jugamos los individuos dentro de los procesos sociales, específicamente llamar la atención sobre la forma en la que desde la individualidad que nos compete, los individuos nos vinculamos y participamos de la agenda del desarrollo. En este sentido ofrezco una serie de consideraciones que, aunque tangenciales al establecimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) o diferentes propuestas de desarrollo de las que esta publicación normalmente se ocupa, refiere a una pregunta crucial para el éxito de los mismos: cómo vincular a los individuos en el camino del desarrollo.

Partamos de la siguiente pregunta ¿cómo organizamos o diseñamos una senda de desarrollo sostenible? La respuesta ortodoxa sugiere construir una serie de estudios refinados en términos técnicos y científicos, los cuales se concatenan en manuales que establecen pasos a seguir hacia el desarrollo, según sea la perspectiva en la que se hizo el estudio.

Este procedimiento genera un proceso de crecimiento documental en el cual la sociedad encuentra una oferta de recetas que facilitan la detección y la consecuente solución de problemas sociales. Progresión que implica la solución en potencia de todos los problemas sociales que se pueda encontrar. No obstante, este recurso también posibilita la generación de un distanciamiento, en términos de percepción, entre los fenómenos sociales y las personas, dado que los individuos se desembarazan de lo colectivo en la técnica.

Este desembarazo de lo social es consecuente con lo que muchos teóricos sociales han identificado como el proceso de la racionalización de la sociedad para dirimir conflictos, con el fin de agilizar los procesos sociales. En este sentido, lo que se ha buscado es sacar de la vía pública lo que genere disenso: la teología, la moral, la política, llegando en la técnica al espacio de comunión por su neutralidad. Sin embargo, dada su vacuidad moral la técnica se hace insostenible como espacio de común acuerdo cuando por algún motivo los problemas sociales dejan de ser hipótesis latentes y se hacen evidentes. Allí, el velo se difumina y comienza la búsqueda por la imputación de culpabilidad.

La búsqueda discurrirá por quién no cumplió su función, qué no se predijo, qué escapó al alcance de la razón. Aunque estas preguntas son afortunadas, el campo de búsqueda se centra con facilidad de manera externa a los individuos, omitiendo la agencia moral en los fenómenos sociales. Esto quiere decir que con facilidad encontramos análisis donde se determinan las fallas sistémicas que permitieron la existencia del problema, evaluando la sociedad como un conjunto de factores determinados por patrones de datos empíricos o con arreglo a funciones teóricas preestablecidas: lo que falla son estructuras o actores despersonalizados. ¿Quién es culpable? Seguramente yo no, sino aquellos que no reciclan o el sistema financiero contemporáneo o las desigualdades socioeconómicas. Todos factores externos que determinan la acción del individuo ante los cuales éste es paciente.

Es como si el mundo de lo social fuese externo e inalcanzable para el individuo. Sin embargo, la estructura que los factores externos imponen sobre el individuo constituye la mitad de los estudios sobre la sociedad. La mitad faltante permite tomar a los individuos desde su papel dentro de los procesos sociales; ésta no se centra en cómo lo externo cohíbe al individuo, sino en cómo éste se integra a la generalidad, reviviendo la preocupación moral de la acción social.

Abro una discusión que excede de la determinación racional: causal, de factores sociales sobre el desarrollo y los problemas sociales. Discusión que ingresa al debate términos de los estudios sobre la ética y la filosofía. En este sentido, quiero plantear complementariedad entre el compromiso ético de los individuos con la sociedad y los desarrollos técnicos que nos permiten asegurar certidumbre en el camino que recorremos hacia el desarrollo. Una vía para subsanar la brecha entre los individuos y los fenómenos sociales.

Retomemos la pregunta inicial ¿cómo organizamos o diseñamos una senda de desarrollo sostenible? Ahora dos vías se complementan para darle solidez a la respuesta. Los estudios técnicos diagnostican y ofrecen vías de solución a problemas sociales y la ciudadanía, desde la individualidad de sus miembros, debería desarrollar una conciencia moral de la fenomenología social, hacer surgir un sentido de cívica ciudadana donde el sujeto comparta con las estructuras que lo cobijan la responsabilidad del devenir de la sociedad.

En forma de conclusión, el llamado que levanto es para que a la par que se desarrollan las discusiones técnicas y teóricas que tratan de comprender y arreglar los grandes problemas de nuestra sociedad, como lo son los ODS o las diferentes columnas de este espacio de discusión, podamos levantar una conciencia del papel que como individuos interpretamos en la sociedad, una suerte responsabilidad moral por involucrarnos en el desarrollo y la sostenibilidad.