Columna de opinión por: Juan Esteban Rivera
Miembro del Observatorio en Comercio Inversión y Desarrollo
Universidad EAFIT
A un par de días de la segunda vuelta electoral, es inevitable desconocer que Colombia se encuentra en medio de controversias electorales y de campaña así como la incertidumbre que junto con los miedos creados por suposiciones han generado un ambiente propicio para la polarización que se ha convertido en la representación de un país fraccionado. Algunos ciudadanos se preguntan por quién dar el voto de confianza en un momento lleno de tensiones, presiones sociales y recelos relacionados al proceso post-conflicto que apenas comienza para una nación adolorida y cansada de la guerra, la corrupción, la politiquería, las injusticias, la desigualdad y la exclusión. Es una decisión que representa el apoyo a planes de gobierno e ideales totalmente opuestos; el voto produce empoderamiento, la democracia nos alerta, nos sacude y nos brinda la oportunidad de luchar frente aquello que como nación consideramos prácticas en contra de lo ético y absolutamente inequitativas; no obstante, es necesario configurar el voto como derecho y el chance individual de demostrar inconformismo, por lo que cualquier muestra democrática en temporada electoral, se constituye como válido, sin importar si se determina abstención, voto en blanco o por algunos de los candidatos a elegir. De cierta manera, cada una de las opciones anteriormente mencionadas se vinculan a la posibilidad civil de la protesta y la rebeldía pacífica debido a que en grados proporcionales, el ciudadano ha decidido optar por la mejor opción para su país, que en caso del voto en blanco o la abstención significaría que el individuo no encuentra admisible alguno de los planes de gobierno; sin embargo, es necesario apuntar al hecho que la abstención, en comparación a las elecciones presidenciales de 2014, disminuyó del 59,93% al 46,62%. Así mismo, tras la firma del acuerdo de paz con las FARC-EP, el año 2018 ha sido escenario de las elecciones más pacíficas que ha vivido el país en las últimas décadas, sumado esto a que el ELN, con el cual el gobierno colombiano ha concretado el quinto ciclo de negociaciones para un acuerdo en pro de la construcción de la paz, declaró ceso al fuego para las jornadas electorales. Esta disposición constituye una oportunidad para miles de ciudadanos, que aún atemorizados por las armas y el conflicto, tienen la oportunidad de ser partícipes del ejercicio democrático.
El panorama político del país se ha convertido en un instrumento para el debate y la discusión centrada en dos intenciones opuestas. Por un lado, el candidato del Centro Democrático, Iván Duque Márquez, representa la derecha política y junto a su campaña, los partidos tradicionales han soportado sus ideales para la segunda vuelta electoral; por el contrario, Gustavo Petro Urrego, candidato por el movimiento Colombia Humana que representa la izquierda política, ha sido respaldado por partidos alternativos. Cada uno de ellos, guiados por sus ideologías e intenciones, proponen reformas a la justicia y la salud, conjuntamente con cambios en el sistema pensional y tributario. La contienda electoral ha sido un espacio de reflexión en lo que se refiere al futuro del post-conflicto, temas referentes a la sostenibilidad y los derechos civiles en cuanto se respeta la diversidad y las libertades de cada individuo. De igual modo, los escándalos por propuestas, algunas inconstitucionales, no se han hecho esperar y la inquietud reflejada por temas del pasado incita al temor colectivo. Cada uno de los candidatos inspira y refleja, de manera diferente, las necesidades de una nación fragmentada que espera por una buena gobernanza y toma de decisiones efectiva que beneficie al común y traiga consigo una recomposición social, recuperación ambiental y estabilidad económica.
El panorama político del país se ha convertido en un instrumento para el debate y la discusión centrada en dos intenciones opuestas. Por un lado, el candidato del Centro Democrático, Iván Duque Márquez, representa la derecha política y junto a su campaña, los partidos tradicionales han soportado sus ideales para la segunda vuelta electoral; por el contrario, Gustavo Petro Urrego, candidato por el movimiento Colombia Humana que representa la izquierda política, ha sido respaldado por partidos alternativos. Cada uno de ellos, guiados por sus ideologías e intenciones, proponen reformas a la justicia y la salud, conjuntamente con cambios en el sistema pensional y tributario. La contienda electoral ha sido un espacio de reflexión en lo que se refiere al futuro del post-conflicto, temas referentes a la sostenibilidad y los derechos civiles en cuanto se respeta la diversidad y las libertades de cada individuo. De igual modo, los escándalos por propuestas, algunas inconstitucionales, no se han hecho esperar y la inquietud reflejada por temas del pasado incita al temor colectivo. Cada uno de los candidatos inspira y refleja, de manera diferente, las necesidades de una nación fragmentada que espera por una buena gobernanza y toma de decisiones efectiva que beneficie al común y traiga consigo una recomposición social, recuperación ambiental y estabilidad económica.