Artículo de opinión por: Esteban Jaramillo Osorio (ejaram11@eafit.edu.co )*
Estudiante de Economia, Universidad EAFIT, Colombia
Los Estados tienen a su disposición una innumerable cantidad de herramientas para fomentar el crecimiento y el desarrollo, entre ellas puede destacarse al fortalecimiento de la política fiscal como una de las más poderosas en los países emergentes.
Para poder considerar la utilidad de la política fiscal a la hora de fomentar el desarrollo, es importante primero definir a que nos referimos por política fiscal, entendiendo está bajo los preceptos del Banco de la República; “Es una política que sigue el sector público y que dictamina sus decisiones de gasto, impuestos y endeudamiento”.
En Latinoamérica, se ha demostrado que el uso de la política fiscal es efectivo para el desarrollo y el crecimiento, pero en comparación a países más desarrollados aún le queda un largo camino por recorrer. Según datos de la Organización para la cooperación y desarrollo económicos (OECD) los ingresos gubernamentales en Latinoamérica entre 1990 y 2006 aumentaron un promedio de 23% respecto al PIB, pero los países de la (OECD) ostentan una media del 42%, lo que evidencia el gran potencial de crecimiento que tiene Latinoamérica. Cifras similares se hallaron en el gasto público, estas tienen sustento en las marcadas diferencias entre los Estados de referencia, a saber, los países latinoamericanos y aquellos pertenecientes a la (OECD), algunas de estas discrepancias son: los sistemas fiscales excesivamente centralizados, la baja calidad de los servicios públicos respecto a los impuestos pagados, la injusticia que conlleva una recaudación de impuestos desproporcionada, el gasto publico bajo y mal implementado, y finalmente, la sensibilidad de los bonos soberanos ante los ciclos políticos.
La centralización causa una inequitativa repartición de los recursos recaudados por el gobierno central, lo que presenta varios desafíos a la hora de proporcionar bienes y servicios necesarios para la sociedad, como lo son la electricidad o agua potable. Para solucionar esto lo ideal sería una descentralización de los sistemas fiscales y dar más control sobre estos a las subregiones, sin embargo esto puede presentar algunos inconvenientes que requieren ser superados a la hora de implementar estas políticas.
Debido a la gran importancia que tienen los servicios públicos, los impuestos deberían verse reflejados en ellos puesto que dota de confianza al pueblo a la hora de tributar y se contrarresta así la evasión de impuestos que está en auge. Pero el mayor factor a la hora de analizar los efectos del gasto público y la calidad de los servicios se puede notar en la disminución de la pobreza, la desigualdad, y la exclusión, ya que al proveer mejores servicios como educación, agua potable, transporte público, entre otros, se le dan nuevas y mejores oportunidades a las clases más desfavorecidas de los países, y estas, convertidas en perspectivas de crecimiento favorecen la confianza en el Estado y fortalecen el desarrollo.
Para reducir la desigualdad, la pobreza y la exclusión social, es importante hacer gran énfasis en la necesidad de terminar con la desproporción en la recaudación de impuestos, puesto que la generación de carga tributaria es regresiva respecto a la tasa impositiva, que puede reducir la renta de los habitantes a medida que aumenta la tasa impositiva, teniendo esta un impacto mayor para los habitantes que menos ingresos perciben, debido a la disminución en la capacidad de obtención de bienes y servicios de primera necesidad, y por lo tanto los contribuyentes con menores ingresos son los que se ven afectados en mayor medida, visto que el impacto de la tributación es mayor en comparación a agentes con un mayor ingreso, puesto que sufren un menor impacto a la hora de tributar puesto que la destinación del capital a ser tributado no implica una disminución en el consumo de bienes o servicios básicos.
Al hacer más equitativa la recaudación de impuestos se podría aumentar la cobranza de los mismos mientras a su vez se reduce la desigualdad y se brindan nuevas oportunidades de crecimiento a las clases más bajas.
El gasto público puede ser una de las herramientas de la política fiscal con mayor impacto, pero este debe ser realizado de manera muy cuidadosa puesto que debe tener en cuenta el tipo de financiación que se utiliza a la hora de generar gasto público.
Respecto a lo anterior es importante resaltar que no todo gasto es idóneo para promover el desarrollo, y en últimas el crecimiento de un Estado, y por esto es de suma importancia discriminar los diferentes gastos y su utilidad, por ejemplo, una de las inversiones más efectivas es la que se hace en educación y la realización de sus políticas educativas, estas demuestran ser altamente efectivas a la hora de aumentar la productividad de un país, siempre y cuando sean implementadas correctamente, puesto que la intervención estatal no genera necesariamente un aumento en la productividad o en el desarrollo, sino una buena implementación del gasto, ya que al gastar en servicios como la educación, se está invierte en el capital humano que a futuro proporcionara un mayor crecimiento económico y social, pero esto solo se puede dar si y solo si este gasto se hace de manera adecuada y focalizada.
Otro aspecto del gasto público productivo es que puede aumentar el empleo formal ya que al destinar gasto a obras públicas de importancia abren cupos de trabajo para las clases más bajas.
A la hora de financiarse el gobierno puede hacerlo a través de políticas impositivas, así como también puede recurrir a la venta de bonos soberanos, esta fuente de financiamiento es bastante común, sin embargo estos bonos de deuda soberana están basados credibilidad del Estado, y por esto, en Latinoamérica suelen fluctuar de acuerdo al gobernante de turno y las calificaciones del riesgo país, este fenómeno es causado por el temor de los inversionistas a los cambios políticos sustentados en políticas fiscales expansivas, reduciendo así la credibilidad en los Estados. También tienen una gran influencia los bruscos cambios en las políticas económicas que se generan en la transición de un gobierno a otro, y por ello tienden a ser extremadamente cautelosos a la hora de invertir. Para solucionar esto se requiere de una comunicación más medida y cuidadosa de parte de quienes gobiernan o quienes aspiran a gobernar, así como también un marcado respeto por la constitución económica, entendiendo esta como las bases fundantes de la economía estatal, bases que no pueden ser moldeadas al gusto de cada uno de los gobiernos que hayan de llegar.
La política fiscal es un tema que suscita una amplia controversia por parte de los expertos, puesto que estos entienden como un problema la implementación de impuestos a modo de freno frente al crecimiento económico y el desarrollo del país, así como también existen otros que consideren la política fiscal como un mecanismo para estabilizar los ciclos económicos evitando las fluctuaciones marcadas como lo son las grandes escaladas y depresiones. Pero la política fiscal podría tener otra cara en donde sea un motor para el crecimiento y un medio para la consecución de los objetivos del desarrollo económico y social dentro de un Estado.
Jiménez, J. P. (2008). Política fiscal y crisis en América latina. Revista Asturiana De Economia.
OECD. (2008). La política fiscal como herramienta de desarrollo en América Latina. Organización para la cooperación y el desarrollo Económicos(OECD).
Estudiante de Economia, Universidad EAFIT, Colombia
Los Estados tienen a su disposición una innumerable cantidad de herramientas para fomentar el crecimiento y el desarrollo, entre ellas puede destacarse al fortalecimiento de la política fiscal como una de las más poderosas en los países emergentes.
Para poder considerar la utilidad de la política fiscal a la hora de fomentar el desarrollo, es importante primero definir a que nos referimos por política fiscal, entendiendo está bajo los preceptos del Banco de la República; “Es una política que sigue el sector público y que dictamina sus decisiones de gasto, impuestos y endeudamiento”.
En Latinoamérica, se ha demostrado que el uso de la política fiscal es efectivo para el desarrollo y el crecimiento, pero en comparación a países más desarrollados aún le queda un largo camino por recorrer. Según datos de la Organización para la cooperación y desarrollo económicos (OECD) los ingresos gubernamentales en Latinoamérica entre 1990 y 2006 aumentaron un promedio de 23% respecto al PIB, pero los países de la (OECD) ostentan una media del 42%, lo que evidencia el gran potencial de crecimiento que tiene Latinoamérica. Cifras similares se hallaron en el gasto público, estas tienen sustento en las marcadas diferencias entre los Estados de referencia, a saber, los países latinoamericanos y aquellos pertenecientes a la (OECD), algunas de estas discrepancias son: los sistemas fiscales excesivamente centralizados, la baja calidad de los servicios públicos respecto a los impuestos pagados, la injusticia que conlleva una recaudación de impuestos desproporcionada, el gasto publico bajo y mal implementado, y finalmente, la sensibilidad de los bonos soberanos ante los ciclos políticos.
La centralización causa una inequitativa repartición de los recursos recaudados por el gobierno central, lo que presenta varios desafíos a la hora de proporcionar bienes y servicios necesarios para la sociedad, como lo son la electricidad o agua potable. Para solucionar esto lo ideal sería una descentralización de los sistemas fiscales y dar más control sobre estos a las subregiones, sin embargo esto puede presentar algunos inconvenientes que requieren ser superados a la hora de implementar estas políticas.
Debido a la gran importancia que tienen los servicios públicos, los impuestos deberían verse reflejados en ellos puesto que dota de confianza al pueblo a la hora de tributar y se contrarresta así la evasión de impuestos que está en auge. Pero el mayor factor a la hora de analizar los efectos del gasto público y la calidad de los servicios se puede notar en la disminución de la pobreza, la desigualdad, y la exclusión, ya que al proveer mejores servicios como educación, agua potable, transporte público, entre otros, se le dan nuevas y mejores oportunidades a las clases más desfavorecidas de los países, y estas, convertidas en perspectivas de crecimiento favorecen la confianza en el Estado y fortalecen el desarrollo.
Para reducir la desigualdad, la pobreza y la exclusión social, es importante hacer gran énfasis en la necesidad de terminar con la desproporción en la recaudación de impuestos, puesto que la generación de carga tributaria es regresiva respecto a la tasa impositiva, que puede reducir la renta de los habitantes a medida que aumenta la tasa impositiva, teniendo esta un impacto mayor para los habitantes que menos ingresos perciben, debido a la disminución en la capacidad de obtención de bienes y servicios de primera necesidad, y por lo tanto los contribuyentes con menores ingresos son los que se ven afectados en mayor medida, visto que el impacto de la tributación es mayor en comparación a agentes con un mayor ingreso, puesto que sufren un menor impacto a la hora de tributar puesto que la destinación del capital a ser tributado no implica una disminución en el consumo de bienes o servicios básicos.
Al hacer más equitativa la recaudación de impuestos se podría aumentar la cobranza de los mismos mientras a su vez se reduce la desigualdad y se brindan nuevas oportunidades de crecimiento a las clases más bajas.
El gasto público puede ser una de las herramientas de la política fiscal con mayor impacto, pero este debe ser realizado de manera muy cuidadosa puesto que debe tener en cuenta el tipo de financiación que se utiliza a la hora de generar gasto público.
Respecto a lo anterior es importante resaltar que no todo gasto es idóneo para promover el desarrollo, y en últimas el crecimiento de un Estado, y por esto es de suma importancia discriminar los diferentes gastos y su utilidad, por ejemplo, una de las inversiones más efectivas es la que se hace en educación y la realización de sus políticas educativas, estas demuestran ser altamente efectivas a la hora de aumentar la productividad de un país, siempre y cuando sean implementadas correctamente, puesto que la intervención estatal no genera necesariamente un aumento en la productividad o en el desarrollo, sino una buena implementación del gasto, ya que al gastar en servicios como la educación, se está invierte en el capital humano que a futuro proporcionara un mayor crecimiento económico y social, pero esto solo se puede dar si y solo si este gasto se hace de manera adecuada y focalizada.
Otro aspecto del gasto público productivo es que puede aumentar el empleo formal ya que al destinar gasto a obras públicas de importancia abren cupos de trabajo para las clases más bajas.
A la hora de financiarse el gobierno puede hacerlo a través de políticas impositivas, así como también puede recurrir a la venta de bonos soberanos, esta fuente de financiamiento es bastante común, sin embargo estos bonos de deuda soberana están basados credibilidad del Estado, y por esto, en Latinoamérica suelen fluctuar de acuerdo al gobernante de turno y las calificaciones del riesgo país, este fenómeno es causado por el temor de los inversionistas a los cambios políticos sustentados en políticas fiscales expansivas, reduciendo así la credibilidad en los Estados. También tienen una gran influencia los bruscos cambios en las políticas económicas que se generan en la transición de un gobierno a otro, y por ello tienden a ser extremadamente cautelosos a la hora de invertir. Para solucionar esto se requiere de una comunicación más medida y cuidadosa de parte de quienes gobiernan o quienes aspiran a gobernar, así como también un marcado respeto por la constitución económica, entendiendo esta como las bases fundantes de la economía estatal, bases que no pueden ser moldeadas al gusto de cada uno de los gobiernos que hayan de llegar.
La política fiscal es un tema que suscita una amplia controversia por parte de los expertos, puesto que estos entienden como un problema la implementación de impuestos a modo de freno frente al crecimiento económico y el desarrollo del país, así como también existen otros que consideren la política fiscal como un mecanismo para estabilizar los ciclos económicos evitando las fluctuaciones marcadas como lo son las grandes escaladas y depresiones. Pero la política fiscal podría tener otra cara en donde sea un motor para el crecimiento y un medio para la consecución de los objetivos del desarrollo económico y social dentro de un Estado.
Referencias
Jiménez, J. P. (2008). Política fiscal y crisis en América latina. Revista Asturiana De Economia.
OECD. (2008). La política fiscal como herramienta de desarrollo en América Latina. Organización para la cooperación y el desarrollo Económicos(OECD).
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