Artículo de opinión por: Nathalia Rios Ballesteros* (nriosba@eafit.edu.co)
*Estudiante de Economía y Negocios Internacionales, Universidad EAFIT, Medellín, Colombia.
En 2005, cuando se creó el
Sistema Nacional de Competitividad, hoy Sistema de Competitividad e Innovación
(SNCeI), la Comisión Nacional de Competitividad
definió la política de competitividad y
productividad para Colombia, la cual
propone a través de la Visión 2032, convertir al país para ese
año en el tercer país más competitivo de América Latina, con un nivel de
ingreso por persona equivalente al de un país de ingresos medios altos. Lo
anterior a través del desarrollo de una “economía
exportadora de bienes y servicios de alto valor agregado e innovación, con un
ambiente de negocios que incentive las inversiones local y extranjera, propicie
la convergencia regional, mejore las oportunidades de empleo formal, eleve la
calidad de vida y reduzca sustancialmente los niveles de pobreza”. (SNCeI,
2012). Desde entonces, el gobierno se encargó de construir y fundamentar un
marco de institucionalidad para la competitividad –agrupando, fomentando y
apoyando los diferentes conjuntos de
orientaciones, normas, actividades, recursos, programas e instituciones
públicas y privadas que prevean y promueven la puesta en marcha de políticas de
desarrollo de la productividad y la competitividad- las cuales hoy por
hoy, se han quedado aparentemente cortas en las labores requeridas para mejorar
en estos aspectos.
Bajo este contexto, no resulta
sorprendente el hecho de que Colombia se encuentre estancada respecto a los
índices internacionales que miden la competitividad relativa de los países a
nivel global en los últimos años; mientras tanto, homólogos latinoamericanos
como Brasil, México, Chile y Perú han logrado importantes avances en estos años.
Entre estos índices se pueden destacar; el Índice de Competitividad Global realizado
por el Foro Económico Mundial[1],
en el que la posición del país ha oscilado en los últimos cinco años alrededor
del puesto 69, entre un total de 144 países, y el Informe de Competitividad del
Institute for Management and Development (IMD), que ubica a Colombia en el lugar
52 entre 59 países. Dichos informes hacen hincapié en las falencias y aparente
rezago del país en aspectos específicos que se convierten en desafíos para la
competitividad –entre estos; la calidad en la educación y de la infraestructura
de transporte, la existencia de instituciones públicas débiles, la baja
capacidad e inversión en innovación, investigación y tecnología, entre otros-,
los cuales comprometen el desarrollo sostenido de la competitividad, la
innovación y la tecnología en el terreno nacional y lo que ha llevado a que a
pesar de la existencia de múltiples esfuerzos privados y públicos para
transformar el aparato productivo interno, estos no se hayan concretado en
resultados positivos específicos para el país.
Es por esto que, asumir la
responsabilidad del trabajo para mejorar la competitividad y la innovación en
el país, debe suponer una labor conjunta e integrada de ambos sectores de la
economía; tanto el sector público como el sector privado deben unir fuerzas para
forjar relaciones, políticas y orientaciones eficientes que permitan y
faciliten el aprovechamiento y la optimización de los “fortalezas” de Colombia,
como la estabilidad macroeconómica, el crecimiento de sus mercados internos y
la eficiencia de su mercado financiero, con el fin de traducir y expandir
dichos puntos a favor en mayores y mejores resultados positivos que encaminen y
fundamenten las bases del direccionamiento productivo del país manteniendo como
pieza clave la obtención y el alcance progresivos los objetivos planteados en
la Visión 2032.
Referencias
Sistema Nacional de Competitividad e Innovación: SNCeI
(2012)
Informe de competitividad
Nacional 2012-2013
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