Por: Carolina Herrera Cano* (caroherca@gmail.com )
Estudiante de Negocios Internacionales. Universidad EAFIT, Colombia
La crisis de violencia vivida la semana pasada
en el país a causa del paro agrario que permeó el resto de los sectores de la
economía nacional es, para muchos, una verdadera reivindicación del papel de la
sociedad civil en los sistemas democráticos; debido a las movilizaciones
sociales que desató. No obstante, una vez que ha cesado una de las jornadas más
violentas que ha vivido Colombia en los últimos años y de que los bloqueos
viales y la tensión urbana han disminuido, la discusión sobre el desarrollo de
la nación debe ir más allá del descontento generalizado hacia el poder
ejecutivo.
Sería un error negar las consecuencias
políticas que ha desencadenado esta situación que, combinada con las actuales
discusiones de tintes internacionales (de territorio y de procesos de paz) que
afronta el gobierno, crean un panorama político incierto; mas esta coyuntura
suscita análisis más allá de la gestión presidencial. Para este caso, pone en
evidencia la dificultad de afrontar los retos de la globalización y la
liberalización de la economía sin la apropiada estructuración de las
instituciones estatales. Por lo tanto, definir las estrategias a implementar
ante el paro nacional, más que una labor de emergencia por parte del
presidente, deberá ser un esfuerzo institucional hacia la apropiada inserción
de la economía colombiana en un mundo interconectado.
Mucho se ha discutido sobre las ventajas y
desventajas que trae consigo la globalización en términos económicos, pero el
inminente aumento de acuerdos comerciales demuestra que son pocas las
discusiones sobre pertenecer o no a las cadenas globales, puesto que han sido remplazadas
por la identificación de las estrategias más adecuadas para posicionar los
productos locales en los mercados internacionales. Es por esto que durante los
últimos años, la política comercial colombiana se ha caracterizado por la
atracción de inversión extranjera directa (IED) por parte de empresas
transnacionales que, sin duda, han modificado la manera en que funcionan la
industria, el empleo y el ingreso en el país.
Por supuesto el flujo de capital, la creación
de empleo y, en menor medida, el acceso a conocimiento han beneficiado los
indicadores macroeconómicos del país. No obstante, la disminución generalizada
en los niveles de IED que ha sufrido la economía internacional luego de la
crisis económica y financiera que comenzó en 2008 (UNCTAD, 2013), ponen en duda
la efectividad de la estrategia de facilitar, mayormente, un rol pasivo (de atracción de capital) en las
cadenas globales de valor. Muestra de ello es el descenso de 6,2% en la IED que
presentó la Colombia, sobre todo la proveniente del sector de la minería y el
petróleo[1]
(Portafolio.com, 2013).
El reporte de inversión WIR 2013 (UNCTAD,
2013) se resalta cómo la IED puede representar una vía importante para los
países en desarrollo hacia el acceso a las cadenas globales de valor y a su
participación; en este sentido, la economía colombiana ha logrado satisfacer
muchas de sus expectativas. Sin embargo, ante las deficiencias del mercado y del
gobierno, que han aflorado ante el panorama del paro nacional, valdría la pena
evaluar si existen medidas alternativas que, de igual manera, busquen favorecer
el posicionamiento de la producción colombiana en el exterior, al tiempo que
den respuesta a las problemáticas de desigualdad que presenta el camino hacia
el desarrollo del país.
La UNCTAD (2010), en su comunicado sobre la
inserción de las pequeñas y medianas empresas de los países en vías de
desarrollo a las cadenas globales de valor, destaca el caso colombiano de la
exportación de producciones audiovisuales hacia exigentes mercados en diferentes
continentes. Este ejemplo demuestra las diferentes alternativas que puede tener
la producción nacional para diversificar su portafolio y asumir nuevos roles en
la economía mundial. A pesar de esto, es importante resaltar que este caso ha
surgido gracias al apoyo que ha recibido esta industria por parte del gobierno
(ventaja competitiva).
En un país donde las principales exportaciones
se ubican en el sector primario, resulta bastante complejo direccionar las
actividades económicas de manera repentina. Es por esto que, en escenarios tan
complejos como el que deja el paro agrario, vale la pena cuestionar la
estrategia pasiva de atracción de IED
y evaluar opciones que respondan a las demandas internacionales. Se hace
necesaria una visión a largo plazo que esté más allá de las decisiones del jefe
de gobierno: urge en Colombia una política de Estado dirigida hacia el
aprovechamiento de los recursos en aras de una posición verdaderamente activa,
que promueva la creación de valor para los sectores productivos y su adecuada
inserción en las cadenas globales.
[1] Sería interesante evaluar una posible causalidad entre este hecho y la
desaceleración que ha tenido la industria colombiana en los últimos meses.
Referencias
Portafolio.com.
(2013). Inversión extranjera llegó a US$8.750 millones en semestre. Disponible en: http://www.portafolio.co/economia/inversion-extranjera-colombia-primer-semestre
[Septiembre 3 de 2013].
UNCTAD. (2013). World
Invesment Report 2013.
UNCTAD. (2010). Integrating Developing
Countries’ SMEs into Global Value Chains. United Nations: New York and Geneva.
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