Por: Maria Camila Vargas de la Hoz (Negociadora Internacional, y Analista del Observatorio en Comercio, Inversión y Desarrollo)
Las consecuencias obvias de una pandemia como la que vivimos actualmente son las cifras crecientes de enfermos y fallecidos pero, adentrándonos ya en casi el sexto mes desde la aparición de los primeros casos, son evidentes y preocupantes los impactos secundarios de la crisis, que golpean con especial fuerza a economías que ya estaban en desventaja antes de la llegada del virus.
El Director Ejecutivo del Grupo Consultivo para la Investigación Internacional en Agrigultura CGIAR, Elwyn Grainger-Jones, afirmó en una entrevista que “la pandemia del coronavirus ha dejado expuesta una crisis de hambruna global a la par de la emergencia sanitaria”. La sostenibilidad del Sistema Alimentario es uno de los puntos que, sin duda, reclama respuestas de corto plazo para contener los efectos negativos que la pandemia ha profundizado y acelerado, como también acciones de largo plazo que logren un efecto conjunto sobre la economía, la seguridad alimentaria, el cambio climático y la salud de las poblaciones.
De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el hambre afecta a casi un billón de personas en en mundo, matando alrededor de 25.000 personas diariamente.
La pandemia por COVID-19 amenaza con dejar a millones de personas en la pobreza extrema, además de afectar las cadenas de suministro de alimentos poniendo en una situación de extrema vulnerabilidad a los pequeños agricultores y de manera especial, a las personas en situación de pobreza urbana, donde los más afectados son las mujeres y los niños.
La emergencia sanitaria ha hecho de Suramérica su nuevo foco y, en un continente donde sin excepción, todos los países están afectados con asuntos políticos no resueltos, altas tasas de desempleo, inseguridad y pobreza, los tomadores de decisiones se preguntan ¿cómo construir un nuevo normal?, ¿en qué invertir?, ¿a qué asignarle los recursos escasos?
Trabajar por una seguridad alimentaria es vital en el sentido más puro de la palabra, y elegir hacerla una prioridad el la agenda de reconstrucción es un acierto que demuestra la comprensión de que comenzar garantizando la satisfacción incluyente, justa y sostenible de las necesidades básicas sienta las bases sobre las que el verdadero desarrollo se yergue.
El caso Colombiano tiene muchas aristas. La disputa de tierras, el campo abandonado, los grandes latifundios, los inmigrantes venezolanos que trabajan en las cosechas y sus derechos, las cadenas de transporte y suministro y los créditos y garantías para los agricultores son solo algunos de los puntos de atención que deben ser atendidos al trabajar por un Sistema Alimentario Sostenible en el marco de la pandemia y el nuevo mundo post-COVID.
Alemania es un ejemplo de acciones para el corto plazo en lo referente al Sistema Alimentario. Si bien su caso y sus recursos no son equiparables con los Colombianos, considerar sus prioridades puede ser útil en la toma de decisiones.
De cara a la estrategia para sobrellevar la contingencia, la industria alimenticia y la agricultura se declararon en Alemania como un sector de importancia sistémica. Sus medidas de contingencia se pueden categorizar en dos grupos (1) Asegurar la liquidez y (2) Asegurar la mano de obra. En resumen, estas medidas consisten en asistencia económica en la forma de subsidios, préstamos, garantías y prórrogas a pagos a los productores y comercializadores de alimentos, al igual que permisos para la entrada de inmigrantes, que son clave en el trabajo del campo en el territorio Alemán.
La traducción para Colombia de estas medidas consiste básicamente en la protección del suministro de alimentos y de sus diferentes actores, dando prioridad a los más vulnerables, los pequeños agricultores, transformadores y comercializadores, con una campana transparente y justa.
De cara al futuro, Herrero, Thornton et al. investigadores del CGIAR y el CSIRO (Organización de Investigación Científica e Industrial del Commonwealth) compilan en su útimo trabajo “Innovation can accelerate the transition towards a sustainable food system” una serie de ideas prácticas aplicables a la recuperación y reestructuración de los sistemas alimentarios latinoamericanos.
Algunas de las propuestas de largo plazo de los expertos son:
El Director Ejecutivo del Grupo Consultivo para la Investigación Internacional en Agrigultura CGIAR, Elwyn Grainger-Jones, afirmó en una entrevista que “la pandemia del coronavirus ha dejado expuesta una crisis de hambruna global a la par de la emergencia sanitaria”. La sostenibilidad del Sistema Alimentario es uno de los puntos que, sin duda, reclama respuestas de corto plazo para contener los efectos negativos que la pandemia ha profundizado y acelerado, como también acciones de largo plazo que logren un efecto conjunto sobre la economía, la seguridad alimentaria, el cambio climático y la salud de las poblaciones.
De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el hambre afecta a casi un billón de personas en en mundo, matando alrededor de 25.000 personas diariamente.
La pandemia por COVID-19 amenaza con dejar a millones de personas en la pobreza extrema, además de afectar las cadenas de suministro de alimentos poniendo en una situación de extrema vulnerabilidad a los pequeños agricultores y de manera especial, a las personas en situación de pobreza urbana, donde los más afectados son las mujeres y los niños.
La emergencia sanitaria ha hecho de Suramérica su nuevo foco y, en un continente donde sin excepción, todos los países están afectados con asuntos políticos no resueltos, altas tasas de desempleo, inseguridad y pobreza, los tomadores de decisiones se preguntan ¿cómo construir un nuevo normal?, ¿en qué invertir?, ¿a qué asignarle los recursos escasos?
Trabajar por una seguridad alimentaria es vital en el sentido más puro de la palabra, y elegir hacerla una prioridad el la agenda de reconstrucción es un acierto que demuestra la comprensión de que comenzar garantizando la satisfacción incluyente, justa y sostenible de las necesidades básicas sienta las bases sobre las que el verdadero desarrollo se yergue.
El caso Colombiano tiene muchas aristas. La disputa de tierras, el campo abandonado, los grandes latifundios, los inmigrantes venezolanos que trabajan en las cosechas y sus derechos, las cadenas de transporte y suministro y los créditos y garantías para los agricultores son solo algunos de los puntos de atención que deben ser atendidos al trabajar por un Sistema Alimentario Sostenible en el marco de la pandemia y el nuevo mundo post-COVID.
Alemania es un ejemplo de acciones para el corto plazo en lo referente al Sistema Alimentario. Si bien su caso y sus recursos no son equiparables con los Colombianos, considerar sus prioridades puede ser útil en la toma de decisiones.
De cara a la estrategia para sobrellevar la contingencia, la industria alimenticia y la agricultura se declararon en Alemania como un sector de importancia sistémica. Sus medidas de contingencia se pueden categorizar en dos grupos (1) Asegurar la liquidez y (2) Asegurar la mano de obra. En resumen, estas medidas consisten en asistencia económica en la forma de subsidios, préstamos, garantías y prórrogas a pagos a los productores y comercializadores de alimentos, al igual que permisos para la entrada de inmigrantes, que son clave en el trabajo del campo en el territorio Alemán.
La traducción para Colombia de estas medidas consiste básicamente en la protección del suministro de alimentos y de sus diferentes actores, dando prioridad a los más vulnerables, los pequeños agricultores, transformadores y comercializadores, con una campana transparente y justa.
De cara al futuro, Herrero, Thornton et al. investigadores del CGIAR y el CSIRO (Organización de Investigación Científica e Industrial del Commonwealth) compilan en su útimo trabajo “Innovation can accelerate the transition towards a sustainable food system” una serie de ideas prácticas aplicables a la recuperación y reestructuración de los sistemas alimentarios latinoamericanos.
Algunas de las propuestas de largo plazo de los expertos son:
1. En materia de consumo:
- Promover una alimentación basada en plantas y la sustitución de los alimentos de origen pecuario y pesquero
- Masificar el consumo de insectos, algas y cianobacterias como alternativa a la proteína proveniente de mamíferos/aves/peces, cuya explotación tiene un impacto negativo importante en el cambio climático y es además poco eficiente en su relación gramos de proteína/toneladas de CO2 emitidas en comparación con las alternativas propuestas.
2. En materia de empaques:
- Eficiencia en materiales y compromiso con la circularidad, separación en la Fuente y sistemas de logística inversa efectivos
3. Digitalización de la agricultura:
- Se propone recortar las cadenas de suministro: “del campo al plato en un click”
- Mejoría en la exactitud de los pronósticos climáticos
- Un sistema digital integrado de alerta de enfermedades agrícolas
- El marco de acción/decisión respecto a los sistemas alimentarios es amplio e interconectado, abarca entre otros, la protección de la biodiversidad y la soberanía genética de las semillas, los procesos de producción, los empaques, los canales de distribución y las preferencias de consumo por parte de los individuos
- Como siempre, la responsabilidad no recae únicamente en un actor, sino que incluye a organizaciones multilaterales, Estados, empresas e individuos.
- Como es repetitivo también en temas de sostenibilidad, muchas de las recomendaciones requieren un cambio cultural y un trabajo de evangelización a Estados, Privados e Individuos.