Monday, September 30, 2019

Sinergias entre los ODS 8 y 15: La conservación de los bosques como fuente de generación de ingresos

Artículo de análisis por: Manuela Gómez Valencia (mgomezv7@eafit.edu.co)
Observatorio en Comercio, Inversión y Desarrollo
Universidad EAFIT, Colombia

El carácter innovador de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) adoptados en 2015 por la Asamblea General de Naciones Unidas está dado en parte por el enfoque interconectado que plantea la necesidad de abordarlos mediante políticas integradoras (Informe Luz Colombia, 2018: 7), tomando en consideración que el impacto de sus sinergias o conflictos potenciales depende de cada contexto específico, así como de las estrategias elegidas para su implementación (ICSU, 2017: 7). En Colombia, la alta dependencia de la explotación de los recursos naturales para el crecimiento económico ha conducido al agotamiento paulatino de los mismos (DNP, 2018: 59), lo cual señala la urgencia de la identificación y potencialización de sinergias en la interacción de los ODS 8 (trabajo decente y crecimiento económico) y 15 (vida de ecosistemas terrestres).
De acuerdo al segundo Reporte Nacional Voluntario presentado por Colombia ante el Foro Político de Alto Nivel de las Naciones Unidas en 2018, el país ha presentado importantes avances en materia de fortalecimiento institucional para la preservación de sus ecosistemas terrestres, gracias a la implementación de medidas como la creación de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) que optimiza la articulación de los proyectos de desarrollo económico y la sostenibilidad de los ecosistemas, la reglamentación del Sistema Nacional de Áreas Protegidas (SINAP) que en junio de 2018 llegó a cerca 30,3 millones de hectáreas, la delimitación de 30 páramos y 13 humedales de importancia Ramsar y la implementación de un Sistema de Monitoreo de Bosque y Carbono que genera alertas tempranas trimestralmente, así como un reporte anual de la deforestación neta y la cobertura boscosa del país, operada por el IDEAM (DNP, 2018: 60).
No obstante, en este mismo reporte se concluyó que la tasa de deforestación del país siguió en aumento, alcanzando en 2017 una cifra de pérdida anual de bosque natural de 219.973 hectáreas, 23% superior a la registrada en 2016 (DNP, 2018: 60), lo cual se atribuyó a “la usurpación de baldíos de la nación, cambio en las reglas locales de uso del suelo (presencia/ ausencia de actores armados), talas y quemas “controladas” en amplios territorios, incluso en Parques Nacionales Naturales, intereses especulativos sobre las tierras, entre otros aspectos” (DNP, 2018: 60).
Frente a lo anterior, el Informe Luz 2018, que se formuló con el propósito de complementar y detallar el seguimiento del avance de Colombia frente al cumplimiento de los ODS desde un ejercicio de veeduría ciudadana autónomo e independiente (Informe Luz Colombia, 2018:12), señala que “la escala a la cual se desarrollan actividades antrópicas (especialmente ilegales) en zonas biodiversas del país, supera con creces el efecto de conservación que ofrece la política de áreas protegidas” (Informe Luz Colombia, 2018:111), con lo cual se advierte la incongruencia entre “la tendencia expansionista de las áreas protegidas y las capacidades estatales para su gestión” (Informe Luz Colombia, 2018:111), destacando la insuficiencia de personal para la protección y ordenación sostenible de los bosques como uno de los principales retos en los territorios, especialmente de aquellos que concentran focos de deforestación (Informe Luz Colombia, 2018:114).
En este sentido, se concluye la urgencia de soluciones que no dependan únicamente de las capacidades estatales, lo cual reivindica la relevancia del rol del sector privado y de la sociedad civil en el impulso de iniciativas que permitan el avance del país hacia el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Este es precisamente uno de los llamados del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en su informe “ODS en Colombia: Los retos para el 2030”: “Es necesario que la conservación y el uso sostenible de los ecosistemas terrestres dejen de depender exclusivamente de la declaración de áreas protegidas, para permitir la gestión de áreas estratégicas por la prestación de servicios ambientales de forma comunitaria y con el soporte institucional que se requiera” (PNUD, 2018: 62).
En este orden de ideas, los programas de conservación de ecosistemas terrestres por parte de la sociedad civil se configuran como una importante alternativa para el logro del ODS 15 en Colombia, y constituyen además, un importante foco de sinergias con el ODS 8, puesto que existen múltiples posibilidades para la estructuración de dichas iniciativas entorno al impulso de actividades productivas basadas en el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales, lo cual representa potenciales fuentes de ingresos para las comunidades involucradas.
Ejemplo de lo anterior es Conexión Jaguar, el programa de sostenibilidad corporativo de Grupo ISA que junto a sus aliados técnicos, South Pole y Panthera, busca contribuir a la conservación de la biodiversidad, a la mitigación del cambio climático y a la conectividad de los hábitats naturales del Jaguar en Latinoamerica (ISA, 2018:2). La iniciativa pone la preservación de los ecosistemas terrestres en manos de las comunidades campesinas que habitan los territorios en los que ISA tiene presencia, brindándoles apoyo técnico y económico “para que las mejores iniciativas rurales comercialicen bonos de carbono certificados con los estándares más exigentes del mundo para financiar la conservación” (ISA, 2018:2), empoderándolas así a través de oportunidades de capacitación y formación, generación de empleo, fortalecimiento de sus organizaciones y apropiación de su territorio.
Otro caso de éxito en el contexto nacional es BIOREDD+, un programa desarrollado en el corredor del Chocó biogeográfico con la participación de 19 consejos comunitarios afrocolombianos y 1 cabildo indígena con títulos de propiedad de las tierras (DNP, 2018: 128). Esta iniciativa, que se estructuró a través de alianzas entre la sociedad civil, la cooperación internacional (USAID), organizaciones no gubernamentales (Fondo Acción y Anthrotec) y el Gobierno nacional, cuenta con dos grandes componentes: “el primero consiste en el desarrollo de actividades productivas complementarias para la reducción de la deforestación, entre las que se incluyen el manejo forestal sostenible y el fortalecimiento de cadenas de valor del cacao, el coco, el chontaduro, el açaí, el plátano y el achiote; así como la pesca, el ecoturismo local, entre otros[…]. El segundo componente consiste en la conservación y la reforestación de los bosques que evitan la emisión de CO2, lo que se convierte en bonos de carbono que pueden ser vendidos a empresas privadas, generando empleos e ingresos sostenibles para las comunidades” (DNP, 2018: 128). Además de los beneficios ambientales y económicos, los proyectos de BIOREDD+ han contribuido a la reafirmación de la identidad cultural, la cohesión comunitaria, la vuelta a las prácticas ancestrales y la reconexión de las nuevas generaciones con los territorios (DNP, 2018: 128).
De esta manera, Conexión Jaguar y BIOREDD+ constituyen importantes evidencias de los diferentes impactos positivos que la potencialización de las sinergias entre los ODS 8 y 15 puede traer consigo, para estos casos en específico, por medio de la implementación de estrategias que permiten convertir la conservación de los bosques en fuentes de ingresos para las comunidades que los habitan; acciones que contribuyen finalmente a nuestro avance como país hacia un paradigma de desarrollo “sostenible, inclusivo y con visión de largo plazo” (CEPAL, 2016:7).

Referencias:

El ser humano y la pérdida de biodiversidad

Artículo de opinión por: Laura Usma Marquez (lusmama@eafit.edu.co)
Observatorio en Comercio, Inversión y Desarrollo
Universidad EAFIT, Colombia 

Hace aproximadamente un mes el mundo se estremeció al conocer que la selva amazónica llevaba tres semanas consecutivas en llamas, situación que fue agravada principalmente por la estación seca que estaba atravesando Brasil. De acuerdo con el diario británico “The Guardian”, los incendios se iniciaron a causa de quemas de hectáreas de bosque que pretendían ser destinadas a cultivos, ganadería y la explotación forestal. Lo anterior, a raíz del descuido y las malas políticas medioambientales del presidente Jair Bolsonaro. 
La selva amazónica en lo corrido del 2019 ha presentado alrededor de 77154 incendios forestales, representando un aumento del 85% con respecto al mismo periodo del año anterior. Este incremento de incendios ha afectado profundamente la biodiversidad de especies, las cuales según su composición genética están destinadas a “ganar o perder” ante este tipo de circunstancias que amenazan su hábitat.
En ecosistemas específicos de bosques y eucaliptos en Estados Unidos y Australia respectivamente, los incendios han permitido el mantenimiento de ecosistemas sanos y han logrado fortalecer especies como las aves de rapiña y el pájaro carpintero de vientre negro, no obstante, este escenario optimista no aplica para la selva amazónica, ya que gran parte de las especies que alberga no son aptas para resistir las altas temperaturas originadas por el fuego.
Al momento de ocurrir un incendio las especies animales pueden optar principalmente por movilizarse, algunas especies por su composición genética, como lo son el Jaguar y el Leopardo pueden hacerlo de manera ágil con respecto a especies de movilidad baja como lo son el oso perezoso, el oso hormiguero y ciertos anfibios vertebrados cuyo destino ante este tipo de situaciones, sea probablemente, la muerte. 
Si bien estas consecuencias a corto plazo son críticas, las consecuencias a largo plazo pueden ser aún peor. Los incendios afectan en gran medida los ecosistemas acuáticos y terrestres, estos pueden cambiar la química del agua y a su vez pueden disminuir el follaje de la selva, lo cual trae como resultado directo la alteración de los procesos propios del ecosistema y del flujo de energía, haciendo que las especies animales que nunca habían sido expuestas tengan que migrar a entornos más competitivos cambiando completamente la cadena alimenticia.
Esta situación ambiental tan compleja y crucial ha sido uno de los temas principales de la Cumbre de Acción Climática. Allí se llevó a cabo una reunión de alto nivel sobre la crisis de la Amazonía. Los presidentes de Colombia, Chile y Francia, así como los de Bolivia, Alemania y Guyana resaltaron la importancia de unir esfuerzos para frenar la deforestación, proteger la biodiversidad y garantizar medios de vida sostenible paras las comunidades, logrando que de esta forma se pueda alcanzar la conservación de una de las regiones más biodiversas del mundo y otras regiones boscosas a través de una alianza por los bosques tropicales. 

Referencias
  • Fondo Mundial para la Naturaleza. (25 de Septiembre de 2019). La crisis de la Amazonia, un tema central en la agenda climática mundial. Obtenido de Fondo Mundial para la Naturaleza: http://www.wwf.org.co/sala_redaccion/?uNewsID=353459
  • National Geographic. (2019). Amazonía en llamas: ¿cómo afectan los incendios a la vida silvestre? National Geographic. Obtenido de https://www.nationalgeographicla.com/medio-ambiente/2019/08/amazonia-en-llamas-como-afectan-los-incendios-la-vida-silvestre
  • Revista Semana. (2019). Las graves consecuencias de los incendios en la Amazonia de Brasil. Semana. Obtenido de https://sostenibilidad.semana.com/medio-ambiente/articulo/incendios-en-el-amazonas-cuales-son-las-consecuencias-de-los-incendios-en-brasil/45472
  • The New York Times. (Agosto de 2019). Fires in Amazon Rain Forest Have Surged This Year. The New York Times. Obtenido de https://www.nytimes.com/2019/08/21/world/americas/amazon-rainforest.html

Combatir el comercio ilícito: una necesidad para lograr un desarrollo sostenible.

Artículo de opinión por: Carlos Felipe Múnera Alzate (cmunera7@eafit.edu.co)
Observatorio en Comercio, Inversión y Desarrollo
Universidad EAFIT, Colombia 

El 18 de junio del 2019 se reunieron en la antigua sede de la difunta Sociedad de Naciones en Ginebra la UNCTAD y la Alianza Trasnacional para el combate del Comercio Ilícito (TRACIT, por sus siglas en inglés) para discutir los peligros que representaban para el desarrollo el creciente comercio ilícito de bienes.

“Si el comercio ilícito fuese una economía, sería la octava del mundo. El comercio ilícito representa una amenaza para cada uno de los objetivos de desarrollo sostenible, pues privan a los estados de recursos de recursos que podrían ser reinvertidos en la sociedad, destruyen el medio ambiente y generan rentas para grupos criminales”, Manifestó la señora Moreira, jefa de competencia y políticas para consumidores de la UNCTAD.

En el informe presentado por el director general de TRACIT, Jeffrey Hardy, en el cual se hace un mapeo de como el comercio ilícito afecta a los ODS alrededor del mundo se pueden observar estadísticas tan preocupantes como los 83 billones de euros anuales que pierde la unión europea debido al contrabando, las afectaciones ambientales al sistema marino de Costa Rica, o los 6 billones de dólares que cuesta anualmente a Colombia este mismo problema.

Además de los impactos directos que genera el comercio ilegal a los sistemas naturales de los países los cuales se destruyen para transportar ilegalmente los productos o para comerciar ilegalmente estos recursos, y de las afectaciones que genera a los gobiernos al mermar su capacidad de intervenir en los desequilibrios sociales y ambientales el comercio ilícito también aumenta las rentas de los grupos ilegales que someten poblaciones enteras usando el terror y la violencia, afectando fuertemente los objetivos de paz y estabilidad, argumento el señor Hardy.

Muchos países se encuentran trabajando fuertemente para combatir este gran problema, en la región es de destacar el caso particular de Perú, que mediante sinergias entre el sector público y el sector privado logró reducir en un 80% el comercio ilegal de alcohol, pasando de un 31% a un 25% del comercio total de bebidas alcohólicas en el país. El caso de Perú podría ser muy significativo como un ejemplo para Colombia, pues es importante recordar que las rentas de varios departamentos del país son muy dependientes del comercio de bebidas alcohólicas, el cual es tanto un problema de salud publica como de afectación de recursos económicos, que se destinan directamente al sistema de educación departamental en el caso de Antioquia, afectando directamente los ODS 3, 4, 8 y 16.

La conferencia finalizó con el panel de expertos haciendo un llamado a los gobiernos para intensificar la “guerra” contra el comercio ilícito, esto como un paso más que necesario para garantizar el cumplimiento de la meta de los ODS.

La IPBES y su rol en la actualidad

Artículo de opinión por: Santiago Jurado Sossa (sjurado@eafit.edu.co )
Observatorio en Comercio, Inversión y Desarrollo
Universidad EAFIT, Colombia

La plataforma intergubernamental científico-normativa sobre la diversidad biológica y servicios ecosistémicos (IPBES por sus iniciales en inglés), es una institución intergubernamental independiente, como su nombre lo dice, y fue establecida por los estados miembros de la ONU en el año 2012. Su principal objetivo, es fortalecer el interfaz de la política científica para la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas promoviendo la conservación y el uso sostenible de los mismos. (IPBES, 2019).

Dicha plataforma realiza informes de divulgación, donde evalúa temas específicos de ciertas regiones, además de asistir técnicamente a los hacedores de políticas públicas, entre otras labores, para así cumplir con su principal objetivo. La tarea del IPBES se ha tornado cada vez más importante, la consciencia global en temas de sostenibilidad y temas ambientales ha crecido, debido al reconocimiento de la limitación de los recursos naturales, y así mismo, el limitante entonces a los servicios que prestan al ser humano.

En el año 2018 la plataforma dio a conocer un informe sobre el continente americano. En “The Regional Assessment Report on Biodiversity and Ecosystem Services for the Americas” (IPBES,2018) se provee datos sobre la región, como también consejos sobre cómo ser más sostenibles y cómo preservar, renovar e incrementar todos los recursos naturales que limitados.

Ciertas cifran son impresionantes. Una de las conclusiones del reporte, indica que el continente está dotado de una gran cantidad de recursos naturales, y con una alta capacidad de la naturaleza para contribuir a la calidad de vida de los seres humanos. Si se toma el valor económico de dichas contribuciones, éste puede alcanzar un valor cercano a los 24 billones de dólares por año.

Por igual se dedujo que mientras la producción agrícola, la pesca y la acuicultura aumenta, en muchos casos es a costa de otros aspectos que también contribuyen a las personas. La biodiversidad y las condiciones ecosistémicas van en declive, y es así como ¼ de las especies categorizadas se encuentran en alto riesgo de extinción.

No obstante, el panorama puede ser mejorado. Hay iniciativas que la institución promueve para contrarrestar y/o disminuir los efectos negativos que se presentan. Entre dichas medidas se encuentra el incremento en áreas protegidas, restauración ecológica, administración sostenible de tierras fuera de zonas protegidas, implementación de procesos efectivos en el gobierno y políticas públicas como instrumentos.

Por último, es importante señalar el rol individual, que, uniéndose con esfuerzos de otros individuos, llega a masificarse y a modificar esquemas de consumo, esquemas de pensamiento y, tal vez, a salvar nuestro planeta para el disfrute de las futuras generaciones. Un disfrute que tenga como centro la sostenibilidad, la equidad y el bienestar.

Referencias

  • IPBES (2018): Summary for policymakers of the regional assessment report on biodiversity and ecosystem services for the Americas of the Intergovernmental Science-Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services. J. Rice, C.S. Seixas, M.E. Zaccagnini, M. BedoyaGaitán, N. Valderrama, C.B. Anderson, M.T.K. Arroyo, M. Bustamante, J. Cavender-Bares, A. Diaz-de-Leon, S. Fennessy, J. R. García Márquez, K. Garcia, E.H. Helmer, B. Herrera, B. Klatt, J.P. Ometo, V. Rodríguez Osuna, F.R. Scarano, S. Schill and J. S. Farinaci (eds.). IPBES secretariat, Bonn, Germany