Analista del Observatorio en Comercio, Inversión y Desarrollo, Universidad
EAFIT
Si se mira desde la perspectiva de los
estudios de políticas públicas al proceso de renovación de los objetivos de
desarrollo a nivel mundial, en el seno de la Organización de las Naciones Unidas,
se puede llegar a aliviar actitudes pesimistas hacia el proceso de diseño de
los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). El surgimiento de los objetivos
de desarrollo Post 2015, o como son conocidos ahora, Objetivos de Desarrollo
Sostenible (ODS), no sólo se ve justificado por los cambios que el tiempo ha
dejado en la sociedad, sino también, por las dificultades que se han presentado
en el cumplimiento de los ODM. Si recordamos a Adolfo Eslava (2011), la base de
todo pensamiento sobre políticas públicas es la abstracción al ciclo en el que
estas tienen lugar donde, grosso modo, pueden
comprenderse tres fases: antes, durante y después.
- Antes, corresponde al momento en el que un problema sale a la esfera pública, lo que quiere decir: el reconocimiento y aceptación medianamente generalizado de un asunto como problemático para una comunidad o sociedad determinada. También, esta etapa incluye la discusión pública que se genera en torno a aquello que se ha identificado como problemático hasta el punto de la formulación de una solución: política pública.
- El durante corresponde al proceso de implementación de la política pública, en el cual se toman todas las acciones necesarias y convenientes para poder llevar a cabo la ruta de acción anteriormente determinada. Es importante tener en cuenta que el proceso de práctica cambia el diseño al que se ciñe debido a los problemas contextuales que, naturalmente, la afectan.
- Finalmente, el después, permite el desarrollo de actividades evaluativas y de retroalimientación que facilitan el entendimiento del proceso entero y la toma de decisiones para la continuación del curso de la política pública.
No obstante, como de la mano de Roth,
Eslava (2011) sugiere, el análisis y el mundo de las políticas públicas no se
ven limitados por este esquema. Inclusive, el esquema mismo, no muestra un
final. Sobre esto, es más esclarecedor Charles E. Lindblom (1991), al mostrar
el complejo juego de intereses sociales que está detrás de la formulación de
una política pública, brindando una riqueza sociológica al marco teórico del
ciclo. Así, puede dejar de pensarse en una lógica vertical de las políticas,
donde, ante unos determinados problemas sociales, hay un estructurado cuerpo
administrativo dispuesto a resolverlos.
Si nos devolvemos al ciclo de las
políticas públicas en la lógica de Lindblom, el surgimiento de los problemas es
ampliamente público, pues hay una gran cantidad de ellos concursando por
penetrar los espacios de discusión válidos (acotándonos a un sistema
democrático) e, inclusive cuando lo logran, combatiendo entre ellos para
encontrar una solución. Una solución que a su vez estará diseñada para responder
a unos intereses que en el momento triunfaron en el proceso democrático. En
este sentido, es entendible que las políticas implementadas no logren responder
a todos los problemas que una sociedad tiene y no solamente a aquellos que son
validados por el debido proceso.
De esta manera, se puede comprender
cómo el camino escogido por la ONU con los ODM trató de responder, a los
problemas formulados de una manera eficiente en un curso de acción limitado por
unos intereses contextualizados. En este sentido, a pesar de posibles posturas
pesimistas respecto al cumplimiento de los objetivos, puede decirse que el
proceso de su construcción estuvo acorde a la discusión pública. Más aún, entre
los ODM y los ODS no puede interpretarse un quiebre, sino una renovación a la
luz de la retroalimentación, presupuestada en el ciclo de cualquier política
pública.
A pesar del entendimiento del flujo
normal de políticas públicas, no se puede caer en la satisfacción de pensar que
los objetivos no obtenidos se lograrán por inercia en la continuación de este
proceso. Adquiere especial importancia que la retroalimentación se haga de una
manera consciente e inquisitiva, tratando de entender qué pudo generar desfases
en la planeación o desvíos en la implementación. En esta línea argumental, este
capítulo se centrará en la perspectiva teórica que, desde el institucionalismo
cognitivo de Constantinos Mantzavinos (2004) se plantea.
Para facilitar el paso de la discusión
hacia la propuesta meta-teórica de Mantzavinos (2004), es útil deshacerse de la
analogía con la que inició este texto. Si bien, para facilitar la comprensión
del proceso en el que un cuerpo político y jurídico genera soluciones, se
implicó que las acciones de la ONU pueden interpretarse como políticas
públicas, hay límites teóricos entre el mundo internacional y los Estados. El
punto de unión es brindado por la teoría del economista griego al brindar un
contexto de solución a problemas. De esta manera, se solucionan las
dificultades que temas como la exigibilidad o la legitimidad representan para
que los cuerpos internacionales produzcan piezas normativas como las políticas
públicas de una nación. Desde la perspectiva de este autor, se desmonta del
marco jurídico estatal a las respuestas que los cuerpos jurídicos y político
dan a problemas sociales dejándolas como soluciones, que en caso de ser
exitosas y difundidas se convierten instituciones.
Referencias
Eslava, A. (2011). El juego de las políticas públicas: reglas y decisiones sociales. Medellín: Fondo Editorial Universidad EAFIT.
Lindblom, C. E. (1991). El proceso de elaboración de políticas públicas. México D. F.: Purrúa.
Mantzavinos, C. (2004). Individuals, institutions, and markets. Cambridge University Press.
Lindblom, C. E. (1991). El proceso de elaboración de políticas públicas. México D. F.: Purrúa.
Mantzavinos, C. (2004). Individuals, institutions, and markets. Cambridge University Press.
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